lunes, 16 de enero de 2023

EL NÚMERO TRECE

“Este número de por sí, ha tenido connotaciones negativas en muchas culturas, principalmente vinculadas a la religión. En la Cábala judía son 13 los espíritus malignos, cifra que se asocia también al carnero, víctima que Abraham debía sacrificar a Dios. El cristianismo tiene tres malos augurios al respecto: trece eran los asistentes a la Última Cena. Se cree que Dios fue crucificado en un viernes 13 y, finalmente, cuando se escribió el Libro del Apocalipsis, el Anticristo aparece en el decimotercer capitulo. Incluso en la mitología vikinga encontramos una referencia a la calamidad del número 13, ya que se asociaba a Loki, un Dios traicionero y caótico, por lo que esta cifra se considera coaligada con los malos augurios”

Pero no es mi intención guiarme por ninguna de las repetidas opiniones que, sobre el tema aparecen en internet. Aunque ha transcurrido mucho tiempo, quiero contar de forma breve las veces que, en un corto periodo, apareció en mi vida ese número al que casi todos miramos con bastante recelo.

Empezaba el año 1980, para nosotros –mi familia-- tiempo de cambios e incertidumbre. En esa fecha, por motivo relacionado con mi profesión, me trasladaron a Santa Cruz de Tenerife. Incorporado al nuevo destino,  como desde el primer momento fue nuestra intención reunirnos todos en la nueva Ciudad tan pronto fuera posible, dedicaba casi todas mis horas  libres a buscar vivienda, cosa que no resultaba fácil. Por fin, en un bloque cercano al trabajo, en su planta TRECE encontré un piso por el que tenía que pagar cada mes TRECE mil pesetas de alquiler.

Antes de marchar me había deshecho de un coche pequeño que usábamos pues, aprovechando la bonanza económica de las islas en el sector del automóvil, deseábamos comprar uno nuevo algo mayor. Tras rebuscar en el mercado, nos decidimos por el Seat 131 Supermirafiori. Cuando fuimos a recogerlo al concesionario -me acompañaba mi mujer-, nos atendió un señor que nos condujo a una amplia nave donde había decenas de autos. En ese momento, la persona que nos guiaba, señalando uno determinado, dijo: ¡bueno, este es el vuestro!; esperen unos minutos que lo limpiemos pues, en el cristal delantero (parabrisas), rayado con rotulador amarillo aparecía un número enorme, concretamente el TRECE. Pero no termina ahí la historia. El día TRECE de mayo del mismo año falleció mi hermana Antonia.

Tal como ocurrió, así lo cuento. ¿Maleficio, casualidad? No sé explicarlo. Como no soy persona supersticiosa, me inclino más bien por lo segundo, aunque los hechos relatados, a lo largo de los años me hayan hecho cavilar más de una vez.

 Decir por último que, a pasar de la distancia en el tiempo, todavía recordamos con cariño nuestra estancia en la isla que fue de tres años consecutivos. Allí tuvimos la ocasión de relacionarnos muy de cerca con los “chicharreros”; gente del lugar, noble, sencilla y maravillosa. Una vez acoplados a sus costumbres, nos ayudaron a que nuestro vivir de cada día fuese de lo más agradable.

                                                                                                                                             J.M.Santos

No hay comentarios:

Publicar un comentario