lunes, 23 de enero de 2023

"La Piedra de los Valientes"

        Los que nacimos en Encinasola, hemos oído hablar más de una vez de esta piedra. Como sabemos, dispuesto por nuestro estimado paisano Federico durante su cargo en La Hermandad de la Virgen de Flores, actualmente se encuentra montada sobre un pedestal –partida en dos trozos-- a un lado del camino que conduce hasta su ermita, concretamente en el punto donde se suele hacer un alto prolongado durante el traslado en romería de la Imagen.

       ¿Pero, era éste su lugar de origen desde que empezó a ser nombrada como “Piedra de los Valientes”? Recuerdo que siendo muy pequeño, quizá  dejándome llevar por la curiosidad infantil o tal vez por su nombre rimbombante, una y otra vez le pedía a mi abuelo que me contara la historia del pedrusco. Él, con su bondad y paciencia infinita, siempre me respondía que esa piedra, --como por aquellos años llovía en abundancia-- en tiempos pasados estuvo colocada como “pasaera” en el arroyuelo de invierno que recoge las aguas de las calles Ollero y Patrás, donde confluyen las calles Berraca —hoy Rábida-- y Arrabacín; concretamente en la entrada del callejón por donde se accede al “Camino de la Cañá.

        En cuanto a su fama, se ajusta a la versión ya sabida por todos. Eran los mozos de la quinta del año cuando, el día de su marcación, eufóricos y posiblemente con algunas copillas de más, solían salir de ronda. Para demostrar la fuerza física de cada uno, --algo así como pique entre ellos--, era paso obligado acercarse hasta la piedra e intentar moverla o levantarla.

     ¿Es esta la historia verdadera?... No lo puedo asegurar. Como, al parecer, no existen datos documentados sobre el tema, desearía que alguien pudiera aportar luz suficiente que nos ayudara a conocer la realidad. Sí hay un detalle que no quisiera dejar de comentar: es bastante más creíble que los quintos, durante su ronda y cargaditos con buena dosis de “vino peleón”, pasaran por el lugar que se indica con el fin de dar rienda suelta a sus fanfarronerías porque, desplazarse andando –- a veces, puede que en horas de madrugada--, a varios kilómetros del pueblo, no parece muy lógico.

J.M.Santos

 

 

 

 

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