miércoles, 7 de abril de 2021

"La siesta"

                                                     

Aunque sin poder precisar, este relato que se cuenta debió tener lugar entre los años 1927-31, fechas próximas a la llegada de la Segunda República.

 España vivía convulsionada por los acontecimientos políticos de cada día. El fin de la Dictadura de Primo de Rivera, los pronunciamientos encabezados por los capitanes Fermín Galán y Angel García Hernández, el exilio del Rey Alfonso XIII; así como otros hechos destacables que no presagiaban nada halagüeño.

Pero no es mi intención relatar sucesos ampliamente conocidos por todos y contados ya tantas veces por plumas relevantes. Quiero hablar de cosas sencillas de nuestro pueblo que, a veces, no por sencillas dejan de ser interesantes.

Por aquellos años, llegado el verano, se formaban grandes cuadrillas de segadores. Hoz en mano, trabajaban a jornal durante toda la campaña en los tajos de los grandes latifundios; ocupación ya extinguida que resultaba agotadora. Aprovechando la “fresca” --así se decía--, con la primera luz del día empezaba la faena, continuando bajo el sol abrasador de junio-julio hasta que, sobre el medio día, el manijero mandaba hacer un alto para comer. Terminada la merienda y todavía  casi con la comida en la boca, se incorporaban de nuevo a la faena hasta “dar de mano” en hora  próxima a la puesta de sol.

Llegaba una nueva temporada de siega y con ella, las duras jornadas que ponían a prueba la resistencia física de los mejores mozos de las cuadrillas. Por otro lado, Encinasola tampoco era ajena a los movimientos sindicalistas apoyados por los distintos partidos políticos del momento. Quizá fueran los socialistas los que con más afiliados y simpatizantes contaban. Su sede se encontraba en la Plaza, concretamente en los altos de lo que fue la Posada del Rincón. Se conocía como La Sociedad y componía su directiva tío Lorenzo “El de la cooperativa”, Cesáreo “Marin”, José Manuel “Pavo”, Manuel Márquez “Tulipán” y Manuel “Maleno”; hombres todos del campo y conocedores en sus propias carnes de la dureza de ese trabajo.

Atendiendo el sentir de los segadores, decidieron concertar una reunión con los dueños de las fincas a fin de hacerles llegar el descontento general entre los del gremio. La misma tuvo lugar en el Ayuntamiento, asistiendo por parte de los segadores los ya reseñados. La patronal estaba representada por tío Ascensión Márquez “Vinagre”, Vicente “Pelo-liebre”, Toribio “Llaga” y Francisco Márquez, siendo posible que hubiera algunos más, de uno u otro lado, que no se citen.

Durante el encuentro se reivindicó la necesidad de disfrutar de más tiempo libre durante el descanso de medio día; tiempo que aprovecharían los trabajadores para comer y, seguidamente, echar una “cabezaílla” mientras los rayos del sol se dejaban sentir con más intensidad. Tras largo y duro debate, la reunión terminó con resultado positivo a favor de los jornaleros, acordándose un descanso de dos horas; compromiso que tendría vigencia cada año desde las Cruces de Mayo hasta final de Agosto.

Visto desde hoy, lo conseguido puede parecer insignificante para algunos, pero en aquellos tiempos tuvo gran repercusión. El hecho referido se haría muy popular en el pueblo, siendo recordado como “El acuerdo de la siesta".

                                                                                                                                                                            J.M. Santos  








 

 

                        

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