domingo, 12 de abril de 2020

"Tiempo de pela"



 Dedicado a los esquiladores de ovejas “Pelaores”, gremio  ya casi extinguido y olvidado en nuestro pueblo. 




           

              Se acercaba el mes de mayo. Como cada año, dependiendo de la climatología, en Encinasola daba comienzo la esquila.  Se conocía como “La Pela”. Los “pelaores” se agrupaban en dos cuadrillas fijas compuesta por quince o veinte hombres cada una.  Estas cuadrillas estaban dirigida por sus manijeros, que eran Francisco “Juan-Angel” y Juan “Barreno”.

            Llegado el día acordado para empezar, cada cual se presentaba provisto de su tijera envainada y piedra de afilar.  El tajo podía estar bien en pueblo o en el cortijo del ganadero. Para que no se demorase el trabajo, desde primera hora el pastor ya tenía “apernadas” varias ovejas –apernar era inmovilizar el animal atándole sus cuatro patas con una cuerda conocida como “apernaera”--. La palabra ¡vámonos! pronunciada por el manijero, era la señal para el comienzo.

            Aunque la faena, debido a la postura de permanecer tanto tiempo con el cuerpo doblado resultaba incómoda, el ambiente era cordial debido al sano compañerismo, mezclado con expresiones más o menos chistosas o picarescas que se pronunciaban. El "amo"solía invitar durante la faena con vino que, en un vaso, repartía el manijero. Todos bebían en la misma vasija.

En cada cuadrilla había un zagalón ya crecidito que era conocido como “el morenero”. Cuando cualquiera de los “pelaores” le hacía un pequeño corte al animal con su tijera, gritaba: ¡moreeeno!... ¡Dónde!... respondía el chaval. Aunque si era veterano no necesitaba preguntar, ya que por su voz conocía a quien requería sus servicios. En ese  momento acudía portando una lata que contenía un mejunje hecho de corcho quemado, aceite y zotal. Con una brocha untaba este producto en la herida del animal con el fin de impedir la posible infección y al mismo tiempo, ahuyentar a las moscas. También ayudaba al manijero recogiendo lana del suelo mientras éste confeccionaba el vellón. Era además el blanco de numerosas bromas, digamos cariñosas, que le gastaban.

Para "echar las cuentas", el manijero “Barreno” –que andaba más bien escaso en asunto de números--, siempre recurría a su compañero Cornelio, que era conocedor de las cuatro reglas. Seguidamente se reunían en el bar de tío Ascensión –hoy El Cañizo--, donde celebraban el cierre de temporada, tal como muestra la positiva que aparece.

Decir por último que, como en todas las profesiones, en ambas cuadrillas había hombre que destacaban en el trabajo por su rapidez y buen hacer. En la que dirigía Juan “Barreno” eran, entre otros, Andrés “Jeringuero” y José Gómez, padres respectivos de nuestras estimadas paisanas María Victoria Carrasco y Puri Gómez; lo que se hace constar para orgullo de ambas.


                                                                                              J.M.Santos








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