sábado, 11 de febrero de 2023

Cuando la fe se resquebraja

 

Guerras cruentas fomentadas por individuos sin escrúpulo. Constante y aterradora amenaza nuclear. Pandemia, que tantas familias bienhechoras ha destrozado y que aún sigue latente. Hambruna feroz en numerosos pueblos de la tierra. Desigualdad social cada día más acusada. Como no mencionar también los efectos de este último terremoto que hemos vivido casi en directo y que tantas vidas inocentes ha sepultado.

Pienso, que en este mundo hay muchas más personas buenas que malas. Ante tanta adversidad, por lo menos alguna vez en la vida, llega el momento que la gente con sentimientos se pregunte: ¿Cómo ese Todopoderoso de las alturas que todo lo ve, consiente tantas atrocidades?... ¿Hacia dónde mira?... ¿Ha merecido la humanidad a lo largo de su historia, tanto sufrimiento?

He leído en alguna publicación, que cuando fue liberado el campo de exterminio de Auschwitz, entre otros documentos apareció una inscripción en la que – traducida--, se podía leer: “Si existe Dios, tendrá que rogar mi perdón”.

¿Guardaría alguna fe en su alma la persona que escribió esas palabras?

                                                                                           J.M. Santos

lunes, 23 de enero de 2023

"La Piedra de los Valientes"

        Los que nacimos en Encinasola, hemos oído hablar más de una vez de esta piedra. Como sabemos, dispuesto por nuestro estimado paisano Federico durante su cargo en La Hermandad de la Virgen de Flores, actualmente se encuentra montada sobre un pedestal –partida en dos trozos-- a un lado del camino que conduce hasta su ermita, concretamente en el punto donde se suele hacer un alto prolongado durante el traslado en romería de la Imagen.

       ¿Pero, era éste su lugar de origen desde que empezó a ser nombrada como “Piedra de los Valientes”? Recuerdo que siendo muy pequeño, quizá  dejándome llevar por la curiosidad infantil o tal vez por su nombre rimbombante, una y otra vez le pedía a mi abuelo que me contara la historia del pedrusco. Él, con su bondad y paciencia infinita, siempre me respondía que esa piedra, --como por aquellos años llovía en abundancia-- en tiempos pasados estuvo colocada como “pasaera” en el arroyuelo de invierno que recoge las aguas de las calles Ollero y Patrás, donde confluyen las calles Berraca —hoy Rábida-- y Arrabacín; concretamente en la entrada del callejón por donde se accede al “Camino de la Cañá.

        En cuanto a su fama, se ajusta a la versión ya sabida por todos. Eran los mozos de la quinta del año cuando, el día de su marcación, eufóricos y posiblemente con algunas copillas de más, solían salir de ronda. Para demostrar la fuerza física de cada uno, --algo así como pique entre ellos--, era paso obligado acercarse hasta la piedra e intentar moverla o levantarla.

     ¿Es esta la historia verdadera?... No lo puedo asegurar. Como, al parecer, no existen datos documentados sobre el tema, desearía que alguien pudiera aportar luz suficiente que nos ayudara a conocer la realidad. Sí hay un detalle que no quisiera dejar de comentar: es bastante más creíble que los quintos, durante su ronda y cargaditos con buena dosis de “vino peleón”, pasaran por el lugar que se indica con el fin de dar rienda suelta a sus fanfarronerías porque, desplazarse andando –- a veces, puede que en horas de madrugada--, a varios kilómetros del pueblo, no parece muy lógico.

J.M.Santos

 

 

 

 

lunes, 16 de enero de 2023

EL NÚMERO TRECE

“Este número de por sí, ha tenido connotaciones negativas en muchas culturas, principalmente vinculadas a la religión. En la Cábala judía son 13 los espíritus malignos, cifra que se asocia también al carnero, víctima que Abraham debía sacrificar a Dios. El cristianismo tiene tres malos augurios al respecto: trece eran los asistentes a la Última Cena. Se cree que Dios fue crucificado en un viernes 13 y, finalmente, cuando se escribió el Libro del Apocalipsis, el Anticristo aparece en el decimotercer capitulo. Incluso en la mitología vikinga encontramos una referencia a la calamidad del número 13, ya que se asociaba a Loki, un Dios traicionero y caótico, por lo que esta cifra se considera coaligada con los malos augurios”

Pero no es mi intención guiarme por ninguna de las repetidas opiniones que, sobre el tema aparecen en internet. Aunque ha transcurrido mucho tiempo, quiero contar de forma breve las veces que, en un corto periodo, apareció en mi vida ese número al que casi todos miramos con bastante recelo.

Empezaba el año 1980, para nosotros –mi familia-- tiempo de cambios e incertidumbre. En esa fecha, por motivo relacionado con mi profesión, me trasladaron a Santa Cruz de Tenerife. Incorporado al nuevo destino,  como desde el primer momento fue nuestra intención reunirnos todos en la nueva Ciudad tan pronto fuera posible, dedicaba casi todas mis horas  libres a buscar vivienda, cosa que no resultaba fácil. Por fin, en un bloque cercano al trabajo, en su planta TRECE encontré un piso por el que tenía que pagar cada mes TRECE mil pesetas de alquiler.

Antes de marchar me había deshecho de un coche pequeño que usábamos pues, aprovechando la bonanza económica de las islas en el sector del automóvil, deseábamos comprar uno nuevo algo mayor. Tras rebuscar en el mercado, nos decidimos por el Seat 131 Supermirafiori. Cuando fuimos a recogerlo al concesionario -me acompañaba mi mujer-, nos atendió un señor que nos condujo a una amplia nave donde había decenas de autos. En ese momento, la persona que nos guiaba, señalando uno determinado, dijo: ¡bueno, este es el vuestro!; esperen unos minutos que lo limpiemos pues, en el cristal delantero (parabrisas), rayado con rotulador amarillo aparecía un número enorme, concretamente el TRECE. Pero no termina ahí la historia. El día TRECE de mayo del mismo año falleció mi hermana Antonia.

Tal como ocurrió, así lo cuento. ¿Maleficio, casualidad? No sé explicarlo. Como no soy persona supersticiosa, me inclino más bien por lo segundo, aunque los hechos relatados, a lo largo de los años me hayan hecho cavilar más de una vez.

 Decir por último que, a pasar de la distancia en el tiempo, todavía recordamos con cariño nuestra estancia en la isla que fue de tres años consecutivos. Allí tuvimos la ocasión de relacionarnos muy de cerca con los “chicharreros”; gente del lugar, noble, sencilla y maravillosa. Una vez acoplados a sus costumbres, nos ayudaron a que nuestro vivir de cada día fuese de lo más agradable.

                                                                                                                                             J.M.Santos

martes, 21 de diciembre de 2021

La Noche Buena

                 

Se acerca un año más. No puedo evitar que, a pesar del tiempo transcurrido, se agolpen por estas fechas tantos recuerdos cargados de nostalgia. 

La noche del día 24 de Diciembre, además de toda la juventud de Encinasola, se echaban a la calle grupos formados por personas mayores. Al son de sus rudimentarios instrumentos, eran el encanto de esa noche mágica. Uno de estos grupos lo formaban Narciso “Bubú”, su hermano Juan Manuel, Andrés “Penoso”, José María “Tarantán”, Javier “Trespecho”, Antonio  “Bailao”,  y alguno más que no recuerdo en este momento. Hombres todos ellos con muchos años, que ya no están entre nosotros. Al abrigo de sus pellizas, chaquetas de frisa y sombreros negros, terminada la Misa del Gallo se organizaban y recorrían las calles del pueblo haciendo “rezumbar” sus grandes zambombas. Con qué respeto se comportaban cuando, derrochando elegancia, al llegar a los zambombeos, cantaban:

 

           - Si quieres que vaya a verte,

 - échale al perro cadenas

 - que me ha querido morder

 - por ver tu cara morena...

 

 

Con qué solemnidad  entonaban:

 

- Madre en la puerta está un niño

- más hermoso que el sol bello

- y dice que tiene frío

- porque el pobre viene en cuero....


 

De niño, yo les admiraba. Coreaban canciones  antiquísimas que no recuerdo haberlas escuchado nunca. Tantas y tantas, que podían estar cantando horas sin repetir. Cuando ya apuntaba el alba y los endebles rayos de sol todavía no se dejaban ver sobre los helados tejados, el grupo se recogía. Habían rondado sólo unas horas; las suficientes para dar ejemplo de saber estar y crear escuela.  Escuela a la que nosotros no hemos sabido dar continuidad.

Lejos quedan ya aquellos tiempos.

                                                                                                                                                              J.M. Santos

miércoles, 7 de abril de 2021

"La siesta"

                                                     

Aunque sin poder precisar, este relato que se cuenta debió tener lugar entre los años 1927-31, fechas próximas a la llegada de la Segunda República.

 España vivía convulsionada por los acontecimientos políticos de cada día. El fin de la Dictadura de Primo de Rivera, los pronunciamientos encabezados por los capitanes Fermín Galán y Angel García Hernández, el exilio del Rey Alfonso XIII; así como otros hechos destacables que no presagiaban nada halagüeño.

Pero no es mi intención relatar sucesos ampliamente conocidos por todos y contados ya tantas veces por plumas relevantes. Quiero hablar de cosas sencillas de nuestro pueblo que, a veces, no por sencillas dejan de ser interesantes.

Por aquellos años, llegado el verano, se formaban grandes cuadrillas de segadores. Hoz en mano, trabajaban a jornal durante toda la campaña en los tajos de los grandes latifundios; ocupación ya extinguida que resultaba agotadora. Aprovechando la “fresca” --así se decía--, con la primera luz del día empezaba la faena, continuando bajo el sol abrasador de junio-julio hasta que, sobre el medio día, el manijero mandaba hacer un alto para comer. Terminada la merienda y todavía  casi con la comida en la boca, se incorporaban de nuevo a la faena hasta “dar de mano” en hora  próxima a la puesta de sol.

Llegaba una nueva temporada de siega y con ella, las duras jornadas que ponían a prueba la resistencia física de los mejores mozos de las cuadrillas. Por otro lado, Encinasola tampoco era ajena a los movimientos sindicalistas apoyados por los distintos partidos políticos del momento. Quizá fueran los socialistas los que con más afiliados y simpatizantes contaban. Su sede se encontraba en la Plaza, concretamente en los altos de lo que fue la Posada del Rincón. Se conocía como La Sociedad y componía su directiva tío Lorenzo “El de la cooperativa”, Cesáreo “Marin”, José Manuel “Pavo”, Manuel Márquez “Tulipán” y Manuel “Maleno”; hombres todos del campo y conocedores en sus propias carnes de la dureza de ese trabajo.

Atendiendo el sentir de los segadores, decidieron concertar una reunión con los dueños de las fincas a fin de hacerles llegar el descontento general entre los del gremio. La misma tuvo lugar en el Ayuntamiento, asistiendo por parte de los segadores los ya reseñados. La patronal estaba representada por tío Ascensión Márquez “Vinagre”, Vicente “Pelo-liebre”, Toribio “Llaga” y Francisco Márquez, siendo posible que hubiera algunos más, de uno u otro lado, que no se citen.

Durante el encuentro se reivindicó la necesidad de disfrutar de más tiempo libre durante el descanso de medio día; tiempo que aprovecharían los trabajadores para comer y, seguidamente, echar una “cabezaílla” mientras los rayos del sol se dejaban sentir con más intensidad. Tras largo y duro debate, la reunión terminó con resultado positivo a favor de los jornaleros, acordándose un descanso de dos horas; compromiso que tendría vigencia cada año desde las Cruces de Mayo hasta final de Agosto.

Visto desde hoy, lo conseguido puede parecer insignificante para algunos, pero en aquellos tiempos tuvo gran repercusión. El hecho referido se haría muy popular en el pueblo, siendo recordado como “El acuerdo de la siesta".

                                                                                                                                                                            J.M. Santos  








 

 

                        

lunes, 1 de febrero de 2021

Apuntes sobre Encinasola

Debido a su extensión puede resultar un poco pesada su lectura pero, como lo que nos sobra es tiempo por el motivo que todos sabemos, para quien tenga interés pongo este documento que habla de cosas interesantes de nuestro pueblo. Desconozco el motivo por el cual no aparecen algunos dibujos confeccionados a mano  que contiene sobre limites, caminos y otros detalles.   


                                         ENCINASOLA EN 1788 


Don Tomás López nació en Madrid en el año 1.730; estudió cartografía en París durante varios años, pasando a desempeñar el cargo de cartógrafo real bajo el reinado de Carlos III. Entre sus obras destaca el Atlas Geográfico de España, que se publicó en el año 1.810, que no llegó a ver publicado, pues falleció en Madrid en 1.802.

Para la confección del Atlas, Tomás López envió un cuestionario a todos los párrocos de los pueblos y ciudades de España, entre los que constaba Encinasola, siendo cura de la Villa Don Agustín Pereyra y Soto Sánchez, quien el día 30 de Junio del año 1.788, devolvió el citado cuestionario con las respuestas que se le pedían y donde explicaba cómo era el pueblo en esa fecha: 

“Este pueblo es villa que pertenece a la vicaría de Cumbres Mayores y corresponde al reinado de Sevilla por lo civil, criminal y eclesiástico. Y por Rentas de Su Majestad, a Badajoz provincia de Extremadura. Es realenga y se compone de 591 casas y 750 vecinos (3.000 habitantes aproximadamente).

Su única iglesia, está la parroquial, consagrada en obsequio del señor San Andrés Apóstol, quien también es patrón de la villa, dentro de la cual existen los santuarios o ermitas del Espíritu Santo y Santos Mártires Fabián y Sebastián. En sus extramuros se hallan las ermitas de San Juan Bautista, San Pedro y otras dos consagradas a María Santísima, con los títulos de Roca Amador y Flores, cuyas situaciones y distancias del pueblo y entre si, se manifiesta en el Plano que acompaña.  Es también patrona de la villa María Santísima, con la advocación o título de Flores, desde el año 1.642, en que los vecinos la aclamaron por tal en reconocimiento al beneficio que creían habían recibido de Dios por su poderosa mediación. El suceso que dio ocasión a ello, es el siguiente, que consta en uno de los libros Capitulares que existe en la Escribanía del Ayuntamiento: En el expresado 1.64, habiendo venido una partida considerable de rebeldes de Portugal y llevándose las vacadas del pueblo, salieron en su seguimiento los vecinos, y alcanzándoles pasada la Rivera de Múrtiga, que llevaba poca agua, lograron recuperarla, trabando una sangrienta escaramuza, en la cual, repasando los vecinos la rivera con el ganado y queriendo hacer lo mismo los rebeldes en su alcance, llamaron aquellos a María Santísima de Flores en su auxilio y de imprevisto, sin que hubiese acaecido lluvia alguna, se vio crecer y salir de madre la rivera, que es bastante caudalosa, sin permitir el paso a los rebeldes, que se quedaron sin recurso y los vecinos libres con sus ganados de todo riesgo. Por cuyo portento, el Ayuntamiento venera a la Señora por patrona de la villa, contribuyendo con cierta cuota de reales anual para celebrar su festividad, cuya asignación está dotada en el Reglamento de gastos de Propios y Arbitrios, aprobado por el Supremo Consejo de Castilla. Esta villa no ha sido conocida en lo antiguo por otro nombre distinto del que hoy tiene.

La metrópolis de este pueblo, que es Sevilla, dista 22 leguas comunes y demora al rumbo SSE. Las que dista de la cabeza de la Vicaría y demás perteneciente a los puntos de este capítulo, el Plano lo demuestra.

A este pueblo lo circundan las riveras de Ardila y Múrtiga y los arroyos Cadabal, Caño y Sillo, e incorporándose estos con Múrtiga, llegan a unirse con Ardila en el castillo de Nodar, reino de Portugal, y después al río Guadiana. Nace la rivera de Múrtiga en Fuenteheridos y tanto esta como Ardila, en tiempo de invierno, la quinta parte de el no se puede vadear por caudalosas y extremado declivo de su curso, por venir por entre sierras sombrías, causa para que sus aguas sean delicadas y frescas. Abundan de peces de buen gusto y a tránsitos proporcionados tienen molinos que aun en el estío surten de harina a los pueblos de España y Portugal, por donde pasan. También en la ribera de Ardila se halla un puente muy capaz, de piedra, llamado de Jerez, por ser para el tránsito a esta ciudad.

No hay memoria de la fundación del pueblo ni quien fue su fundador. Solo hay tradición de que en el año 1526 era Lugar, y en el 1532 se titulaba Villa. Las armas que al presente se registran en las Casas del Ayuntamiento, son las que siguen, ignorándose el origen de ellas.

Este pueblo en lo antiguo fue Plaza de Armas. Solo han quedado unos cortos restos o simples vestigios de las murallas que tuvo; lo que ocasiona ser en el día de hoy pueblo abierto. La domina y defiende un castillo espacioso, con sus buenas murallas, baluartes, barbacanas, aljibes y fortalezas, con dos fuertes que están a los lados de dicho castillo, estando todos tres edificios en la frontera del reino de Portugal. Los nombres de los fuertes son San Juan y San Felipe; ante este último existe un gran peñón que le sirve de defensa. El de San Juan está defendido con foso y contrafoso. Su obra es del orden toscano fabricado a mediados del siglo pasado, de mucha solidez y hermosura. En el propio tiempo fue también fabricado el de San Felipe. De los hombres ilustres y memorables que haya tenido, solo se encuentra en el siglo pasado al señor Don Luis Márquez de Avellanada Zúñiga Infante, que fue teniente general de los fieles ejércitos de Su Majestad y natural de esta villa.

En la esquina exterior de la pared que está al sur de la iglesia parroquial, se halla embutida una lápida que fue hallada y traída del sitio que llaman las Piedras de San Sixto, situado donde se juntan los arroyos Caño y Sillo, como se deja ver en el expresado Plano, con el número 35. Dichas piedras son muy elevadas y en su recinto se hallan cimientos y ruinas de casas con lo demás que se refiere en el plano. La lápida, en los términos en que se halla rota por medio y letras de su inscripción borradas es la que se representa en la figura siguiente, advirtiéndose tener de longitud una vara y cuarta castellana y de latitud dos tercias.

Sus frutos consisten en las cosechas de trigo y cebada, ascendiendo la del año anterior de 1.786 a 14.000 fanegas de estos granos. Así mismo de centeno, garbanzos, miel y cera, carnes, lana, lino y bellotas, las que aun en años estériles dan lo suficiente para que estos vecinos tengan de cada especie lo necesario, careciendo solo de las de vino, aceite, frutas y hortalizas, por ser el plantío de estas clases de corta entidad, por cuya razón les entra de fuera.

Consisten sus fábricas en la de lienzos de varios géneros y calidades, y en obrajes de lana como frisas, frisetas, estameñas, costales y jergas. Y todo fabricado de las cosechas de los vecinos y en sus propias casas, por manos de las mujeres, que son muy oficiosas. De estos géneros se visten con decencia y a poca costa, comúnmente, estos naturales, y aun vender y surtir de lo sobrante a los pueblos inmediatos.

Hay una feria o especie de mercado, que se celebra anualmente por término de tres días, que se principia el último de Noviembre, día del Señor San Andrés, patrono de la villa. Se comercia en dicha feria ganado de cerda, mercancías de seda y lana, toda especie de pertrechos de labor y mucha especia fina y basta, varios comestibles y distintos géneros de platería, todo lo cual es traído de fuera. La libra se compone de 16 onzas y la vara es la castellana.

Hay una escuela donde se enseña Primeras Letras, y por un maestro examinado, a quien la villa de sus propios fondos, contribuye con cierta cuota anual. A más de ésta, hay otra al propio fin regentada igualmente por un maestro examinado, sin alguna asignación de la villa. También en ella se da estudio de Gramática por un particular. Hay un hospital donde se recogen los pobres transeúntes y se curan si enferman a expensa de la Hermandad de Caridad, con título de la Santa Vera Cruz.

Su gobierno político y económico dimana de los alcaldes ordinarios y Ayuntamiento. La jurisdicción de aquellas es ordinaria, con las apelaciones en su caso y lugar de la Real Audiencia y Sala del Crimen de la ciudad de Sevilla. El Cabildo se compone de dichos dos alcaldes ordinarios, uno por el estado noble y otro por el llano. De un teniente de aguacil mayor, un fiel ejecutor, cuatro regidores, secretario, dos diputados, dos síndicos general y personero y dos ministros de justicia. Tiene la villa Privilegio de excepción de quintas de milicia desde el Reglamento del año 1.766, por haber sido Plaza de Armas en lo antiguo, de cuya memoria, y por ser pueblo frontero al reino de Portugal, hay establecida una Compañía de Milicia Urbana, compuesta de capitán, teniente y alférez, dos sargentos, cuatro cabos y cien soldados.

Tienen sus vecinos el Privilegio, ganado en contradictorio juicio y grados de vista y revista, contra la villa de Aroche, en que se le concede igualdad de pastos, comunidad de aguas y frutos de bellota de 16 dehesas, de las que ésta tiene en su término. Tiene igualmente comunidad de pastos, jurisdicción civil y criminal, mero mixto imperio, con la citada villa de Aroche, y la de Mora, reino de Portugal, por sentencia que dieron de concordia en el año 1.542 dos comisiones de SS.MM. Católica y fidelísima en la dehesa de la Contienda, proindivisa entre las tres villas, consistente en el centro del confín de los tres términos y consta de tres leguas de travesía y cinco de circunferencia, poblada de encinas, la mayor y más fértil que se tiene noticias en estos países, aunque desgraciada por las crecidas cortas de árboles que ejecutan los portugueses. Está prohibida su labranza, que a no ser así, bastaba ella sola con exceso a mantener con sus cosechas a las tres villas comuneras.

Las enfermedades que comúnmente se padecen son dolores pleuríticos, tabardillos, calenturas malignas y en los estíos, tercianas, cuyas enfermedades se curan con los medicamentos usuales. En el decenio último, contado desde el año 1.778 hasta el 1.787, nacieron y se bautizaron en esta villa 1.041 personas y murieron 993.

Se hallan en el término de esta villa, y en las huertas de Giraldo y Capitana, dos fuentes minerales vitriólicas. Y en la Sierra de las Cortes, la llamada vulgarmente del Meadero, que pasa por mineral de hierro.

Solo falta que agregar que la villa, por estar situada en una eminencia muy poco áspera, goza de unas calles espaciosas, anchas y llanas. Que su principal comercio consiste en toda clase de agricultura a que naturalmente son inclinados estos vecinos, los que por la poca extensión y mala calidad del término, se ven precisados a sembrar todos los años en suelos extraños, avanzándose hasta la distancia de 14 leguas. Se aumentaría notablemente en este pueblo la agricultura si hubiese más extensión en su propio término, o se levantase la prohibición a la referida dehesa de la Contienda.

El plano que sigue manifiesta la situación de la villa y su término, dando idea de la clase de terreno, caminos y pueblos comarcanos, como se expresa en la explicación de ellos.

1.- Encinasola y su término, por la línea circular de puntos y trazado.

2.- Oliva, Villa de Extremadura y del Obispado de Badajoz.

3.- Jerez de los Caballeros, ciudad id.

4.- Fregenal de la Sierra, id.

5.- La Higuera de Fregenal, id.

6.- Cumbres Mayores, villa de Andalucía Baja y del Arzobispado de Sevilla.

7.- Cumbres del Medio, id.

8.- Cumbres de San Bartolomé, id.

9.- Barrancos, lugar del reino de Portugal.

10.- Castillo de Nodar, en dicho reino.

11.-Ermita de San Pedro y Dehesa de la Contienda, tierra entre llana, poblada fértilmente de arboleda de encinas y el monte negro de jaras y matas.

12.- Ermita de la Virgen de Flores, patrona de la villa de Encinasola. Es  terreno plano, de vega cultivada llamada de Flores, y al norte dos pequeñas sierras3.- Ermita de la Virgen de Rocamador, tierra quebrada de arroyos y cerros, a manchas cultivada de poco fruto y lo restante de monte claro, bajo de jara.

14.- Castillo de Torres, antiguo, arruinado y entre sierras de su nombre, intransitables, monte negro alto y bajo de encina, alcornoque y jara.

15.- Monte de la Atalaya, vigía o torreón antiguo.

16.- Huertas y caserías de las Cortes y sierras de este nombre y barranco profundo llamado el Boquerón, de Valdemuelas, monte alto de encinas y jara.

17.- Molinos del Caño y Sillo.

18.- Molinos y huerta del Escribano.

19.- Molino y huertas de Abajo.

20.- Molino y huertas de Bocache.

21.- Casería y huerta de Barbas y sierras de este nombre, monte negro, solitario, poblado de jara, matas, árboles de encinas y alcornoques. Esta tierra es prolongadísima, penosa y mayor parte intransitable.

22.- Casería y huerta llamada de Giraldo, donde se halla una fuente abundante que pasa por mineral de vitriolo.

23.- Rivera de Ardila, caudalosa. Esta tiene por entre sierras, sombrías eminentes, florestas y bosques espesísimos de monte alto y bajo, abundante de peces y a tránsitos tiene molinos de pan.

24.- Rivera de Múrtiga, que nace en Fuenteheridos y viene en los mismos términos que la antecedente.

25.- Arroyo del Sillo, que nace entre las villas de Segura y Cumbres y viene por algunos montes y espesos jarales.

26.- Arroyo de Valquemado, entre sierras de su nombre, monte negro de jaras y matas.

27.- Arroyo del Caño, en el sitio llamado el Campo, tierra de labor entre llana y algunos pequeños valles y cerros.

28.- Dehesa de la Villa, poblada de árbol de encina y se cultiva en sus extremos al norte, algunas pequeñas sierras de monte alto y bajo, de encina y jara. Los nombres de las sierras y montes son Baladrón, de Jerez, Solís, Siervas y Herrerías.

29.- Sierra de los Boquerones, de monte bajo y alto de encina y jara.

30.- Sierras de la rivera de Múrtiga, agrias, prolongadas, penosas. Monte negro de jara y matas, con arboleda de encinas y alcornoques.

31 y 32.- Sierras dilatadas de las Cumbres y de Torres, en parte cultivadas, monte negro de jara, matas y encinas.

33.- Monte de Solís y Puente, de monte bajo y encinas.

34.- Sierras, las más eminentes que dominan la sierra llamada de Aroche y Picos de los Ballesteros y en medio de ellas, en su profundidad, pasa una vereda llamada de la Cañada del Brueco. Todo lo demás es solitario, intransitable, bosque muy raro y espesísima arboleda de encina, alcornoque, madroñales y jara.

35.- Peñón de San Sixto. Es de mucha elevación y junto a el, había una ermita con dicho nombre, de la que aun hay vestigios, los que también hay de alguna antigua población.

Los caminos a los pueblos de la comarca y otros sitios de nombre, van conforme se expresan en el Plano por los trazos pajizos. Y las sierras están situadas según su dirección, bien entendido que en ellas se demuestra su mayor subida y extensión. Los puertos y vados de más consideración de las sierras y riberas, son los que se expresan en el plano por las siguientes letras.

A.- Camino para Barranco, en Portugal.

B.- Camino para Sevilla y la sierra y vados del Sillo y rivera de Múrtiga.

C.- Puerto de Buena Vista, vado de Pedro Gil, huerta de la Capitana, y camino real para la villa de Aroche y Portugal. En dicha huerta se halla otra fuente que pasa por mineral de vitriolo.

D.- Vado del puerto de las Carretas y camino real de Oliva.

E.- Vado y camino de Jerez de los Caballeros.

F.- Camino de Jerez, que va al puente de piedra.

G.- División del camino de Fregenal y de la Higuera.

H.- Camino para las Cumbres y Sevilla, y vados de los arroyos Caño y Sillo.

   Este informe dado por el párroco, se encuentra en el Archivo de la Biblioteca  Nacional de MMadrid de donde ha sido copiado íntegramente para disfrute de los marochos.

 

Servando Valiente Guerra

 

 


 

 

 

 

 

 

martes, 20 de octubre de 2020

Mi amigo "Pelo-cobre"

Tendríamos que alejarnos en el tiempo hasta la mitad de la década de los 50 del pasado siglo.

 Su nombre era Francisco, pero todos le llamábamos “Pelo-cobre”. Era un niño agradable y despierto. Fuimos juntos al colegio  y compartíamos el mismo pupitre. El paso de los años y su nobleza, nos harían buenos amigos de juventud.

 

----” Pelo”, esta tarde que no hay escuela, ¿quieres que demos un paseo hasta el “Pozo de La Cañá?

---- ¡Vale!... pero tenemos que volver temprano si no, me reñirá mi madre. Aunque ya pronto cumpliremos once años y va siendo hora de que empecemos a campear por ahí nosotros solos.

---- ¡Pues venga!... nos vamos por el Callejón de la Fuentiña, verás la cantidad de agua que lleva el arroyo Galajo. Pero no te preocupes que podremos pasar. Mi abuelo dice que este barranco, tan pronto caen cuatro gotas coge de momento mucha agua y que luego, cuando sale el sol tres o cuatro días seguidas, deja de correr.

---- “¿Pelo”, y este arroyo por qué se llama “Galajo?

---- ¡No lo sé!... Yo, desde chico siempre escuché nombrarlo así.  En cuanto lo vea le preguntaré a tío Pedro “el pringao”. Es ese hombre que vive más arriba de mi casa. Como es ya muy mayor, sabe de casi todas las cosas.

---- Ayer le oí decir a nuestro amigo  “Pericón” que su padre, en un olivo gallego de su “cercao” que tiene las ramas muy espesas, se ha encontrado un “nio” de rolla y que ya está la pájara “engorando”. ¿Quieres que vayamos a verlo?

---- A mí no me importaría pero, ¿tú sabes qué “cercao” es?

---- Yo no. Solo sé que está por ahí  cerca de La Valonera. Otro día quedamos con él y verás cómo nos lo enseña.

---- ¡Párete un momento!... ¡Escucha “Pelo”… ¿Oyes ese grillo?... por lo fuerte que canta tiene que ser un “cabo-rey” de esos que tienen la punta de las alas amarillas. Suena allá arriba cerca del “cimbarón” del cercado de tío Marcelino. ¿Vamos a ver si encontramos su cubichera?

---- ¡Lo que tú quieras!... pero, para llegar hasta allí tenemos que atravesar ese trigal y, con lo grande que está, le haríamos mucho daño. ¡Mejor dejarlo!...  pues como nos vea alguien y tío Marcelino se entere de que nosotros le hemos pateado el sembrado, se va a enfadar. ¡Y anda que no tiene malas pulgas! Además, no llevamos una caja para meterlo. Vamos a seguir adelante que ya estamos cerca del Pozo de la “Cañá”. ¡Ves!... ahí están lavando casi siempre unas cuantas mujeres en sus paneras. No deberíamos cercarnos mucho porque, si alguna de ellas nos conoce, le va a faltar tiempo para ir con el cuento a nuestras madres de que nos han visto andorreando por aquí.

 ¿Sabes lo que yo he oído decir?... que de las paredes viejas del callejón que hay detrás de ese pozo, algunas veces sale un lagarto negro muy grande y se acerca a las lavanderas. Cuando las mujeres lo ven aparecer, echan a correr asustadas.

---- “Pelo”, pues yo he visto muchos lagartos, pero ninguno negro.

---- Sí, pero éste parece que es diferente.

---- ¿Y a quién has escuchado tu esa historia?

---- ¡A mi abuela!... Se la estaba contando a su vecina Manuela “la picona”. Yo, aunque me hacia el “distraído”, me estaba empapando de todo. Según decía, se acerca atraído por el olor de una sangre que les sale a las mujeres de no sé qué parte del cuerpo. Hablaban también de que, a veces, esos bichos habían llegado a meterse en las camas de algunas muchachas ya grandes, de las que viven por ahí por esas chozas en los campos.

---- ¡Pues yo no creo que eso sea verdad! Puede ser que tu abuela la contara para que, al escucharla tú sientas miedo y no se te ocurra alejarte del pueblo. ¿Cuántas veces --para asustarnos-- nos han hablado una y otra vez, de las “Pantarujas”? Desde chico, siempre escuchando las mismas historias: las de las Pantarujas o la del “Tío del saco”.

---- ¡Francisco, damos la vuelta y volvemos al pueblo?

---- ¡Como quieras!, pero ahora nos vamos por el callejón donde está la fuente que le llaman “La Zanja”. De paso vemos esa piara de ovejas que viene bajando por el camino del Cerro la Olla. Tú sabes que, de vez en cuando, al ganado lo cambian de finca en busca de mejores yerbas. Al traslado desde un sitio a otro creo que le dicen “trashumancia”. 

---- ¡Ojú, qué palabreja más rara, Pelo”!... Yo es la primera vez que la escucho.

----Debemos de tener cuidado mientras pasan porque, acompañando a las ovejas, vienen siempre dos o tres mastines con unos collares llenos de púas de acero que asustan a cualquiera.                                                                                                                                                                                

---- ¿Y para qué esas púas?

---- Pues para defensa de los perros cuando se pelean con los lobos. Estos bichos son muy fieros y siempre tiran los mordiscos al cuello de los mastines. ¡Pero no tengas miedo hombre!... Nosotros nos saltamos por la cancilla del cercado de tío Candelario “el chato” y nos subimos a la pila del pozo. Desde allí vemos pasar el rebaño sin ningún peligro.

---- ¿Francisco… y a ti por qué te dicen “Pelo-cobre”?

---- ¡Qué pesao!... ¿Cuántas veces te he dicho ya que no lo sé?  A mi abuelo Pablo toda la gente del pueblo lo conoce por ese mote; el mismo que también hemos heredado sus hijos y nietos. ¡Pero tú sabes que yo no me enfado!... puedes llamarme como mejor te parezca.

---- ¡Ves!, ya estamos llegando a los Grupos. Como es temprano todavía, nos podíamos dar una vuelta por El Ensanche y desde allí acercarnos hasta La Peña.

---- ¡De acuerdo, vámonos para allá!  Pero tenemos que subirnos a lo más alto del risco. No te vayas a echar para atrás como la última vez que fuimos.

                                       ____________

 

---- ¡Qué bonito es el paisaje desde aquí, “Pelo”!... Qué bien se ve el campanario y La Cobijá. Aquel pueblo blanco que aparece allá lejos sobre los montes dicen que es Barrancos; ése del que tanto hablan los contrabandistas. ¿Tú has ido alguna vez?

---- ¡Yo, no!

---- ¡Ni yo tampoco!... sí estuve cerca un día que me llevó mi padre a La Contienda.

--- Ahora, mira para el Sur.

---- ¿El Sur?... pues yo no cuerdo bien para que lado está el Sur.

---- Lo sabrías si hubieras puesto atención y no mirando para las musarañas. El maestro bien que lo explicó hace poco tiempo en la escuela. ¡Bueno, no importa!  ¿Ves aquella montaña tan alta que destaca de las demás allá muy lejos en el horizonte?

---- Sí, la veo.

---- Pues mi abuelo dice, que desde allí se divisa el mar.

---- ¿Cómo será el mar, “Pelo”?... ¿Te gustaría verlo?

---- ¡Pues claro que me gustaría!  Mi tío Manolo cuenta, que es como un charco muy grande y profundo de color azulado. Él, como le tocó hacer la mili en Melilla, tuvo que atravesar el Estrecho de Gibraltar en  barco. Era tan viejo que hasta se “eschangó” mientras cruzaba. Dice que pasó tanta jindama, que por nada del mundo se vuelve a montar en un cacharro tan antiguo.

 ¿Te parece que nos vayamos acercando ya para el barrio?... Mi madre empieza a preocuparse cuando se encienden las luces y no estoy ya recogido. Además, esta noche viene mi padre del campo y quiero verlo y hablar con él un rato antes de acostarme.

---- “Pelo”, tú sabes que mi padre hace sanaras por ahí por esos campos. ¿El tuyo en qué sitio trabaja?

---- Pues mi padre es el “aperaó” del cortijo de un señorito que está cerca de la ribera.

---- ¡Aperaó!... yo he escuchado esa palabra bastantes veces, pero no sé bien lo que quiere decir.

---- ¿Pues de qué forma te lo explicaría?… es algo así como quien está a cargo de los hombres que trabajan con él. También tiene que cuidar de que las vertederas, rabizas, cangas y otros aperos de labranza estén siempre bien arreglados. Su trabajo es duro porque, además, cada día se tiene que levantar muy temprano. Hace las migas y fríe los torreznos para que desayunen los gañanes antes de incorporarse a las besanas. Mis dos hermanos también están colocados en el mismo sitio. El mayor trabaja como mozo de mulas y el segundo cuida del ganado en la finca. Ellos, como no han podido ir nunca a la escuela, apenas saben leer y malamente escriben sus nombres.

----- ¿Te das cuenta “Pelo-cobre”?... me parece que nosotros hemos tenido bastante más suerte que tus hermanos.

                                                                              

                                                                                 J.M. Santos

viernes, 8 de mayo de 2020

"Juventud resignada"

      
          A todos los que tuvimos que abandonar nuestra tierra allá por los 60 


Sientes como te vas acercando
a los últimos recodos del sendero.
Te das cuenta que han pasado los años,
despacio,  pero es lo cierto…
Ves como han quedando en el aire
mil proyecto,  inquietudes que nacieron.
Pero es la vida quien te despierta de un sueño
y encuentras, que sólo quedan recuerdos
que oprimen, alegran, o se pierden,
como nube arrastrada por el viento. 

¿Cómo olvidar de aquella niñez los juegos?
La pingola, el repión, los bolindres.
O aquel "chicuento" tan nuestro.
El hambre feroz, hiriente,
saciada con tocino, el más añejo.
¡Y aquel mi primer maestro!...
gruñón, honrado, dispuesto.
¡Cuántas veces pronunciaba!:
“A lo largo de la vida, lo que cuenta es ser honesto”.
            Infancia dura pero…¡qué feliz aquellos tiempos! 

Cierro los ojos y en el silencio,
todavía escucho la corriente suave de los arroyos,
el silbido armónico, inconfundible,
de los bandos de tordos sobre los olivares.
O al cárabo de la madrugada
dejando en el aire su mensaje cargado de misterio.
Oigo al herrerillo que anidaba
en la trueca de la encina vieja de aquel cerro.
Recuerdo la belleza de las flores blanquecinas
de aquellos campos de jaras, inmensos, como el mar. 

Sueño con la besana, los surcos,
uno junto al otro, rectos…
la chambra negra, raída,
que guardaba la petaca y el yesquero,
o aquel pantalón de pana
zurcido y con tantos remiendos…
Los fríos amaneceres
mirando con fijeza al cielo
tratando de adivinar si habría lluvia, sol o viento…
¡Cómo poder olvidar que también yo fui labriego! 

Recuerdo la despedida de un día ya muy lejano.
Aquella sonrisa limpia de niña-mujer…
la mirada tierna, furtiva,
de unos ojos humedecidos…
y su silencio, cómplice de la ilusión
escondiendo tantos sentimientos.
   Recuerdo el pañuelo que se hacía pequeño
cuando el viejo autobús se alejaba
dejando atrás las últimas casas del pueblo.
Momentos, que no consiguió borrar el tiempo. 

Triste recuerdo yo aquellas horas...
¡Qué nudo en la garganta!...
Atrás quedaban raíces, costumbres, amigos.
            Las palabras de una madre                                                     
una y otra vez diciendo: ¡mucho cuidado hijo!...
Quedaban dieciocho años…
lo mejor de aquella juventud resignada,
sin horizonte, sin puerto…
mirando cada amanecer al cielo,
sin poder adivinar si habría lluvia, sol o viento.

¡Como poder olvidar que también yo fui labriego!


                                                                   J.M. Santos