O— Olivo
C……
¡Buenos días!... Hace bastante tiempo vengo oyendo hablar de usted. Hoy, que caminaba curioseando por estos parajes, he
querido saludarle. De paso, -si le parece oportuno- estaría encantado con que pudiésemos
charlar unos minutos. ¿Porque hablo con el famoso árbol conocido en la zona como
“El Olivo Gordo”, no es así?
O…… ¡Buenos días caminante!... Así es. Aunque lo
de “famoso” más bien sobra. Mi deseo sería pasar desapercibido. Pero… llega en
buen momento; llevo días sin ver a nadie y no me importaría conversar con Vd.
el tiempo que crea conveniente. Precisamente eso es lo que me sobra, tiempo. Le hago saber -si bien le parece- que durante nuestra conversación
deberíamos suprimir tanto el tratamiento de usted, como otros cumplidos
trasnochados. Digo esto porque, aunque la distancia que nos separa en el tiempo
es abismal, entiendo que la edad y el respeto bien entendido pueden ir de la
mano; siempre que cada cual conozca sus límites.
C…… Me parece
estupendo Olivo. Por mi parte, encantado con tu observación. Pero dime… ¿por qué
te nombran con este apodo que suena así como… un tanto vulgar?
O…… Pues no
te puedo responder porque ni yo mismo lo sé. Desde hace bastantes décadas se me
conoce con ese sobrenombre y creo que así seguirán llamándome hasta el final de
mis días. ¡Pero no importa... no me
enfado por eso! Además, el adjetivo que se me endosa no se ajusta a la
realidad. Tan grueso como yo, o más, hay otros por aquí. Entre ellos mi primo.
¡Sí!… el que ves al fondo en el lado izquierdo del camino dirección ermita. Además
de rellenito, es uno de los que tienen más edad.
C…… ¿Qué tal son las relaciones con los de tu
especie? Me han comentado que alguno te mira, digamos, con un poco de… recelo.
O…… Mis
relaciones, en general, las considero normal… Si te comento, que algún que otro
compañero parece que me tiene un poquito de envidia. ¡Envidia sana, claro!… Quizá
será debido a mi situación favorecida en la zona. Como ves, es inmejorable.
C…… Déjame
decirte Olivo, que me asombra tu adaptación a los tiempos actuales. No esperaba encontrarme con un
personaje tan abierto de mente.
O…… Es que,
para sobrevivir, he tenido que ir adecuando tanto mi pensamiento como vocabulario,
a las diferentes costumbres y formas de expresión de cada momento. De no ser
así, hoy durante nuestra conversación hubiese aparecido más de una vez aquello de
“Vos”, “Vuestra merced” y otros cumplidos similares que tantas veces escuché
cuando era un plantoncillo.
C…… ¡Lejanos
tiempos, Olivo!... ¡Ya ha llovido desde entonces!... ¿recuerdas tu fecha de
nacimiento?
O…… No
estoy seguro. Si te puedo decir que tengo ya unos cuantos centenares de años.
Bastantes, ¡para qué negarlo!... Solo tienes que observar las muchas y deformes
rugosidades de mi tronco para entender que han tenido que pasar un montón de
primaveras desde que me plantaron. Como ejemplo comparativo te hago saber, que
cuando empezaron a construir la ermita allá por el mil quinientos y pico, era
ya un mozuelo “engaripolao”. Tengo que añadir también que actualmente, al igual
que la mayoría de mis compañeros, nos encontramos muy desmejorados, pues nadie
se ocupa de nosotros. Recuerdo aquella época en la que tus congéneres nos
mimaban. Hoy hemos caído en el olvido casi absoluto. No se labra nuestra tierra,
ni nos podan. Nuestros “mamones” brotan y crecen a su libre albedrío sin que
nadie los quite ni haga nada. Nos sentimos abandonados y dejados de la mano del
hombre. ¡Con la gazuza que quitamos en tantas familias pobres de aquellos
tiempos!... Cualquier corruco de pan duro regado con un chorreón -más bien
escaso- de aceite, era el desayuno de la mayoría de los zagales.
C…… Cierto
es. No es necesario ser entendido para darse cuenta de vuestro deterioro. Yo,
por la parte que me corresponde, te pido disculpas.
Has dicho
antes, que llevas tiempo sin ver a nadie. ¿Qué tal soportas la soledad?
O……
Pues la verdad es, que no me agrada demasiado. Hace ya algunas decenas de años frecuentaban
la zona bastantes personas. Desafiando las inclemencias del tiempo, en invierno
solían venir por aquí cuadrillas de personas a cosechar nuestro valorado fruto.
Los hombres “repiaban” las aceitunas y las mujeres las apañaban del suelo. ¡Cuánto
frio pasaban!... Cuando amanecía, algunas mañanas se veía el suelo blanco y
cubierto por la helada. ¡Menudas “pelonas” caían!...
Otros cultivaban
sus senaras en ese solano casi desértico que ves al frente. Primero rozaban la
tierra de maleza; principalmente retamas. Seguidamente la barbechaban preparándola
para la siembra del año siguiente. Después y bajo un sol abrasador llegaba la siega
que empezaba, más o menos, a primero de junio. Como puedes comprobar, no había
sombra ni para poder resguardar del calor el barril con el agua. Oí comentar
muchas veces a los segadores, que era tal la temperatura que cogía, que se
podía hacer café con ella sin necesidad de ponerla al fuego… ¡Bueno… de que se
pusiese más bien “calentona” no hay duda! Pero… creo que exageraban un poquito.
Cuidando de sus ganados no faltaban pastores y
cabreros, la mayoría niños. Casi todos contagiados
de esa plaga de la época conocida como analfabetismo, fuente de la ignorancia. Ellos, nunca tuvieron
la suerte o el privilegio de haber
pisado una escuela. Con esfuerzo, algunos aprendieron a conocer las
letras del abecedario, que repasaban cada noche bajo la luz escasa y tambaleante
del candil de su chozo, sin otras aspiraciones que la de ver amanecer cada
día. ¡Pero… a ser personas sencillas, nobles y sobrados de buenos principios,
seguro que no les ganaba nadie!...
No
faltaban visitas incluso ni de noche. Con frecuencia sentíamos el “raspajeo” de algún que otro contrabandista.
Más de uno hizo un alto junto a este tronco para descansar. Aunque siempre con
el ojo avizor tratando de no ser sorprendido por los carabineros que,
procedentes de las casetas de Picoroto o La Contienda, hacían sus correrías por
la zona.
Añoro
igualmente la ausencia del ermitaño. Sí…, aquél tan amigo nuestro que vivió gran
parte de su vida por estos andurriales.
Tampoco
podría olvidarme de las personas que, sobre bestias o caminando pero con la
mejor de las intenciones, venían tanto del pueblo como de otros lugares a visitar a La Virgen para
ofrecerle sus rezos y promesas. ¡Cuántas promesas se hacían amigo!... Promesas
de corazón… de las que se cumplían; a veces, teniendo que superar grandes
dificultades. La gente se mostraba firme y con arraigo en cuanto a sus
creencias religiosas. Dura era la vida para la inmensa mayoría, pero yo notaba que
en el comportamiento de las personas había más generosidad y humildad que
ahora. También… menos ambición.
C……
¡Tranquilo… respira Olivo!... No te pongas triste… Noto en tus palabras bastante carga de
nostalgia… Piensa… que no podíamos quedarnos anclados al pasado. Hemos
progresado -a Dios gracia- aunque, a veces, el progreso también suele traernos prejuicios.
O…… ¡Cierto...
para que negarlo!… Pero me invade la tristeza cuando recuerdo aquella etapa de
la vida que ya no volverá. Nosotros, los de nuestro gremio, nos sentíamos más
útiles conviviendo de cerca con vosotros, hombres y mujeres.
C…… ¿Durante
tu larga existencia, habrás sido testigo de numerosos acontecimientos?
O…… ¡Sí, de
muchos! Referirlos no sería fácil porque, algunos ya ni los podría poner en
pie. Además, nos llevaría largas horas de conversación. Te puedo decir, que uno
de los más importantes fue cuando vimos pasar por las inmediaciones a todo un
ejército de soldados armados. La mayoría iban a caballo. Se dijo por aquí, que
quien los mandaba era un tal Juan Prim, general de mucho peso en la milicia. Al
parecer venían perseguidos por otro ejército y marchaban en retirada. Huyendo
para entender, después de llevar a cabo en no sé donde, un frustrado intento de
pronunciamiento. La política no es lo mío, pero entiendo que sería algo así
como un golpe de estado.
Se comentaba, que después de cruzar la
frontera entregaron sus armas a las
autoridades portuguesas. Hay quien asegura, que la espada del general aún la conservan
como una joya en nuestro vecino pueblo de Barrancos.
C……
Antigua e interesante historia. Algo había leído sobre ella. Pero ahora,
--si no te importa— antes de que se agote mi tiempo disponible, me gustaría escuchar
tu opinión sobre las romerías.
O……
¡Pues, qué quieres que te cuente!... Diré,
que cada romería es fecha señalada como
día grande. Se respira regocijo contagioso por cada rincón del lugar. Para mí,
uno de los momentos más importante es cuando La Virgen aparece por el camino de
regreso a su ermita. ¡Me embarga la alegría!... ¡Qué satisfacción ver a tanta gente buena apiñada
junto a mi tronco! Como será, que hasta mis hojas ya casi caducas, parecen
reverdecer sin importarles la ligera polvareda que, a veces, se levanta. En esos
momentos, lágrimas de emoción he visto yo resbalar por más de una mejilla.
C……
Tiernas palabras, Olivo… ¡Pero dime!... ¿Observas diferencia entre las romerías
antiguas y las actuales?
O…… Sí,
veo que todo ha cambiado mucho. Recuerdo, que hace bastante tiempo y debido
quizá a la situación política y económica del momento, el pueblo llano
participaba muy poco. La mayoría de los que acudían eran personas pudientes que
hacían el camino sobre sus caballos y poco más. Junto a ellos – aunque no
revueltos -, solían venir algunos… digamos... de otro nivel social, aunque entendidos
en el arte de la cocina. Éstos eran los encargados de condimentar las
calderetas de los primeros.
Escuché
decir muchas veces que el pueblo, con fervor, recibía o despedía a su Patrona desde
el sitio conocido como “La Joya de la Fuente”. Después, una vez que la Imagen
rebasaba el lugar, cada cual tenía que acudir a sus quehaceres. Parece ser que
la situación monetaria no daba para más.
Ahora es
diferente, pues participa en masa gente de todas las clases sociales. Esto es
siempre positivo pero, también tiene su lado menos bueno. Intentaré explicarme:
yo, que desde mí posición privilegiada lo observo casi todo, con echar una
miradita veo a bastantes personas que viven esos momentos con una devoción
incuestionable. Por encima de todo está su Virgen de Flores.
El lado negativo es, que otros muchos acuden
sin fe de ningún tipo. Consideran la romería como una juerga regada con
abundante “aperriaque” en la que cabe casi de todo, menos devoción. Podría
asegurar que a éstos les importa mucho más los “cubatas y el cachondeo”, que la
religiosidad del acto que se celebra.
C…… Demasiado
crítico y algo exagerado te expresas, Olivo... Ten en cuenta --como hemos
comentado antes-- que los tiempos han cambiado.
O…… No, no
exagero. Es más, añado a lo ya dicho, que si ese día se prohibirán
o limitaran las bebidas alcohólicas, seguro que veríamos por aquí bastante
menos gentío.
C…… ¿Y, qué
me dices sobre la participación de la mujer?
O……
¡¡Hombre!!... Para mí, creo que las
mujeres son el alma del festejo. Es un placer ver a tanta fémina linda
ataviadas con sus trajes multicolores. Vestidos, que además les hacen resaltar
la belleza de cada una de sus armoniosas curvas. ¡Un goce para la vista,
amigo!… Dan vida a la romería.
C…… Me
asombras Olivo… No hay quien te pille. Tienes respuesta para cualquier
pregunta.
Quería
decirte también, que durante nuestra charla he venido observando que has
utilizado algunas expresiones típicas del léxico particular de Encinasola.
O…… ¡Pues
lo extraño sería, que después de tantos años conviviendo con gente del pueblo,
no me hubiese contagiado de su forma de hablar! Ten en cuenta, que yo me siento
tan marocho como el que más.
C…… ¡Bueno!... Tengo que dejarte. Para mí ha sido
un placer poder conversar contigo, pero como mi tiempo es limitado, debo volver.
O……
¡Ve con Dios!... Yo también he vivido un rato agradable al tener la ocasión de
salir un poco de la monotonía diaria. Vuelve cuando quieras y aquí me
encontrarás. Quizá no te agrade lo que te voy a decir pero, por ley natural,
aunque me veas viejo y cavernoso, tú te irás de este mundo antes que yo. A
menos que el fuego haga de las suyas. Créeme, que a todos nos tiembla hasta la
última hoja cuando oímos decir que merodean por ahí tanto pirómano suelto.
También nos preocupan las plagas y sobre todo, los vientos de borrasca. ¡Sí,
sí, amigo… has oído bien… vientos de borrasca!... Te diré, que hace ya como
unos setenta y muchos años, cruzó por aquí una que arrancó de cuajo cantidad
árboles, tanto de los nuestros como de otras especies. Tuvo lugar a mediados de
un mes de febrero, fecha que no he conseguido olvidar debido al miedo que nos
hizo pasar a todos. Como sería de catastrófico, que el suceso se recuerda en el
pueblo como “El año del viento”. ¡Pregunta, pregunta a los mayores del lugar y
te contarán!
En fin, vuelve
cuando se te apetezca y seguiremos
charlando. Aún quedan cosas que decir. ¡Muchas cosas!... Ten cuidado durante el
camino de regreso. Dicen que se levanta algo de polvo y hay bastantes pedruscos
sueltos.
C……
¡Volveré!… Volveré en cuanto se presente la ocasión.
O…… Se me
olvidaba… Quedaría agradecido si haces el favor de decirle a quien corresponda,
que si es posible, durante los días de romería no coloquen junto a mí tronco los
contenedores de basuras. ¡Me resulta desagradable!... Creo que mis años merecen
un poco de consideración.
J.M. Santos
Foto de José Manuel Vázquez
J.M. Santos
Foto de José Manuel Vázquez
Delicioso, amigo mío, francamente delicioso. Me ha dado un vuelco el corazón cuando de tu mano me he encontrado con palabras 'conocidas'. En Álora, ¿por qué será?, han tenido o tienen vigencia algunas como 'garipola', 'pelúas', 'pirriaque' - como ves con ligeros variantes o algunas comunes a otros pueblos de nuestra Andalucía. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPrecioso amigo J. Maria, he disfrutado leyendo esta historia del olivo y el caminante, muchas gracias.
ResponderEliminarJosé Manuel Vázquez Simplemente sensacional amigo, una vez más has conseguido llegar a nuestro corazón con tu léxico llano y perspicaz lleno de sentimientos . Un fuerte abrazo y a seguir escribiendo....
ResponderEliminarPuri Gómez Delgado Es curioso, querido José María, que se han juntado hablando en este artículo dos vecinos muy queridos por mi persona.... Tú, que eres como de mi familia....nos "criamos" uno a la sombra del otro....yo más a la tuya y a la de tu madre y tú a la sombra de la mía...de mi madre....de Servanda.......y por otro lado, mi otro vecino, el Olivo Gordo, a la sombra del cual me he comido ya bastantes tortillas de papas y de gurumelos y bajo el que confío....me seguiré comiendo muchas más.
Es curiosa la conversación que habéis mantenido e interesante y confío en que si alguien la lee y puede hacer algo por mantener alejados de este singular vecino esos contenedores, lo haga......no en vano nuestra Madre, la tuya y la mía, se da cada año un paseíto por allí para saludar a uno de los pocos que cada día vigila su ermita...
Qué buen conversador has encontrado querido vecino y que buena conversación habéis tenido.... Qué buena poda podría haberle hecho Carrasco de vivir!!!!
José M. Santos López Puri, emocionado y sin palabras me dejas. Un beso grande
Nati Rodriguez Cristino J.María...vaya relato mas bonito..no tengo palabras paras para expresarme ...me ha encantado..y por favor sigue charlando con este gran amigo de todos los morochos...gracias y un abrazo...
Josefina Borrallo Gracias, una vez más de tu mano, he ido a merendar debajo de un olivo, he ido a la romería, he visto a gente del pueblo apañando aceitunas, gracias. Un abrazo José María.
Isabel Fernandez Maya • 42 amigos en común
Precioso y emotivo relato, me gustado muchisimo
Mary Fernández Domínguez Que bonito, primo!!!
Jose Morales Garcia ¿Sabes? En Álora aún tiene vigencia palabras como 'pelúa', 'garipola' 'pirriaque' ¿por qué será?
Oscar Palanco Joe tito q bonito aunque seas sevillista. Jaja
Chari Lopez Lima Muy bonito primo,como todo lo que escribes. Un besito.
Miguel Jimenez Sola Como siempre, José María, es un placer leer tus sentidos relatos. Muchas gracias.