A Enrique Rodríguez Fontenla

Fuimos amigos desde nuestra infancia, viviendo muy de cerca aquellos años duros que tantas veces hemos recordado. Compartimos penurias, proyectos imaginarios mezclados con ilusiones propias de la  edad. Después, el destino guió nuestros pasos por caminos distintos hasta que por fin volvimos a encontrarnos.

Desde entonces hemos charlado casi a diario. He sabido en todo momento de tu inquietud y entrega hacia ese Blog que de forma tan sabia y acertada manejaste. Sé, tanto como el que más, de tu esfuerzo de superación ante la vida, conociendo de primera mano cada detalle sobre el proceso de tu cruel enfermedad a la que durante tantos años te enfrentaste, sin tapujos, con la más firme entereza y valentía.

 Hoy, cuando ya las horas pasan y se va apagando el eco triste que produjo tu muerte, solo queda decir con orgullo, que perteneciste a esa casta de hombres íntegros que dejan huella. Enarbolaste siempre como bandera tu incomparable espíritu de lucha, la honradez y un exagerado concepto de la amistad desinteresada y bien entendida. Dejas constancia sobrada de tu amor por nuestro pueblo, Encinasola, pero a cambio te llevas el aprecio sano que hacia ti siente su gente.

Adiós amigo… Ya solo queda decir, que sentiré profundamente tu ausencia… Por tu generosidad y noble comportamiento, seguro que tu alma descansará en paz allá donde se encuentre.                                                                                                                                           J .M. Santos