Manuel Rodríguez Dominguez, “Pajarito”
Vicente Santos García, “Medio-pan”
Vicente Santos García, “Medio-pan”
Su historia
J.M.Santos
Pienso que al no existir constancia escrita, con la
desaparición de los pocos ancianos que van quedando y que fueron testigos, estos
sucesos pasarían irremediablemente al olvido, perdiéndose buena parte de la
Historia de nuestro pueblo.
Este nuevo y triste relato está dedicado al recuerdo
de Manuel y de Vicente, dos víctimas directas más de la represión que se vivió
en Encinasola durante la Guerra Civil.
Manuel era viudo. Vivía con su hija y suegros en calle Arrabal Mayor. Trabajaba
en el campo, siendo su tendencia política de izquierda. Estaba afiliado del Partido Socialista del
momento, aunque sin ningún significado especial.
De Vicente cuentan que era un hombre joven, de estatura considerable y
figura erguida. Ocupaba un cargo destacable en el Partido Anarquista F.A.I.,
del que también formaban parte Toribio “Lenito”, Vicente ”Sillero”, Curro “El
Cojo”, Luis “El Bonito” y otros. Su familia era conocida por el apodo de “Los
Canitos”, pero a él le llamaban también “Medio-pan”.
Este grupo se hacía notar por las representaciones teatrales que
organizaban en el Salón San Jerónimo, todas de marcado sentido izquierdista. Se
cuenta que llevaban a cabo simulacros sobre los fusilamientos de los capitanes
Fermín Galán y Ángel García Hernández. En el escenario usaban armas de fuego
real, aunque con cartuchos de fogueo. También por el carnaval se dejaban ver
componiendo y cantando chirigotas alusivas casi
siempre a temas marxistas.
Resulta que un día, tía Natalia “La Cordobana” hizo saber a “Pajarito”
que en el Cortiná de tío Basilio se encontraba una escopeta que alguien había
arrojado. Posiblemente ante el temor de que le fuese intervenida en cualquiera de
los repetidos registros domiciliarios que se estaban llevando a cabo cada día.
Manuel cometió el error de recoger
el arma. Lo hizo con tan mala fortuna que fue visto por alguna persona afín al
nuevo régimen que, de inmediato, lo puso en conocimiento de las autoridades militares
que gobernaban en el pueblo. Las consecuencias no se hicieron esperar, ya que
por este motivo llevaron a cabo el registro correspondiente en la casa donde
vivía.
No consiguieron encontrar el arma al encontrarse bien oculta bajo un
montón de estiércol. En cambio sí se llevaron
dos camisones en piezas. Sospecharon de que los mismos pudieran proceder de los
saqueos en tiendas y domicilios que habían tenido lugar con anterioridad en la
vecina localidad de Cumbres por parte de grupos de izquierda. Posteriormente se
comprobaría que uno de los camisones había sido comprado a tío Gregorio
“Revuelto” en su tienda de la calle
Oliva. El otro lo habian adquirido en la tienda de un tal Rafael, persona conocido
también como “El Corazón de Jesús”, cuyo local estaba situado en la calle
Sevilla, más o menos frente a lo que hoy es el supermercado.
De esta forma se fueron precipitando los acontecimientos, pues varias
noches después, tres guardias civiles tocaron en la puerta de Manuel, aunque
éste no les abrió. No ha quedado
suficientemente aclarado si actuó de esta forma por temor o por no darse cuenta
de la presencia de los agentes. Su sueño, al parecer, era demasiado pesado y se
encontraba acostado en la parte trasera de la vivienda. Lo cierto es que a la
mañana siguiente, su vecina Catalina “La Borzolana” fue quien le comunicó la
visita de la Guardia Civil. Posiblemente fueron estos hechos consecutivos los que
motivaron que, aterrorizado, huyera al
campo como lo hicieron tantos otros.
No se ha podido conocer en que momento “Pajarito” y “Medio-pan” contactaron,
ya que éste también se encontraba huido. Si es cierto que ambos se ocultaban en
la Sierra del Cuco, situada en la misma frontera, pero en tierra portuguesa,
lindante igualmente con la finca “Picorotos”. En esta finca vivía una hermana
de Manuel con su familia, dedicándose al cuidado de una piara de cabras. De
esta parte, posiblemente los huidos recibieran algún apoyo para poder subsistir
ante la situación difícil en la que se encontraban.
Así las cosas, en la madrugada del día 31 de Julio de 1.937, cuando se
acercaron para beber al pozo situado próximo al cortijo de dicha finca, les
estaban esperando la pareja de carabineros compuesta por el cabo Ramos y otro
de apellido García, los cuales procedieron de inmediato a su detención. Se dijo,
que en la localización de los detenidos, habría tenido participación de alguna
manera el guarda de la finca mentada...
Fue testigo de la conducción hasta el pueblo Manuel “Catalino”. A sus
88 cuenta que se cruzó con ellos en el camino, cuando caminaban a pie y atados.
Los carabineros traían además una burra, animal que era usado como medio de desplazamiento
en aquellos tiempos por estas fuerzas.
A su llegada a Encinasola los encerraron de inmediato en los calabozos
que existían en la Plaza, junto al Ayuntamiento. En aquellos momentos fueron
vistos por numerosos testigos, pues coincidió con que se estaba procediendo a
la marcación de los mozos de la quinta del 39, que de forma adelantada y
urgente deberían incorporase a los frentes de guerra.
No cabe duda de que debió ser durísimo el castigo sufrido por los
detenidos durante su estancia en este centro. No parece oportuno entrar en
detalles, pero así lo afirma más de una persona que escuchaban desde la plaza...
Sólo ellos podrían contar el grado de tortura a la que fueron sometidos. El resultado
fue que en la noche del día 2 de Agosto ambos decidieron quitarse la vida. Con una
cuchilla de afeitar que Vicente guardaba en el dobladillo de los bajos de su
pantalón, “Pajarito” se produjo siete cortes en uno de sus brazos y tres en el
otro, heridas que le produjeron la muerte de inmediato. Lo mismo hizo
“Medió-pan”.
Comentan unos, que Vicente en su agonía, gritó. Otros dicen que fueron
sus guardianes quienes que se percataron de lo que ocurría. Lo cierto es que
cuando acudieron, encontraron que Manuel
era cadáver y en muy mal estado su compañero. Debido a una actuación rápida de
los responsables de la custodia, de momento pudieron salvar su vida.
Ocurrió también a primeras
horas de aquella mañana, que la hija de Manuel fue avisada para que recogiera
del calabozo donde había fallecido su padre, un jergón (especie de colchón
lleno de paja) que antes, alguien le había facilitado. Cuando llegó, aún pudo
ver a Vicente que, muy pálido, se encontraba tendido en un rincón. Dice
igualmente, que durante toda su vida nunca ha podido olvidar el recuerdo de las
letras representativas de los distintos partidos de izquierda que se marcaban en
la pared, Allí vio también la hoz y el martillo que “Medio-pan” había dibujado
con sus dedos usando como tinta la sangre que brotaba de su cuerpo.
La tumba de Manuel se sitúa dentro del Cementerio Municipal en la
misma zona que la de otros hombres que habían sido fusilados. A diferencia de
éstos, su cuerpo bajó a la tierra en ataúd. Vicente, tal como se ha dicho pudo
salvar su vida pero, una vez repuesto, fue trasladado a Aracena pasando después
a la Prisión de Huelva. En Consejo de Guerra seria condenado a muerte y
ejecutado en la madrugada del día 26 de Noviembre del mismo año 1937.
Ha sido posible este relato gracias a los testimonios aportados por un
buen número de personas con las que he tenido la ocasión de charlar;
principalmente con la hija de Manuel, quien tuvo la amabilidad de recibirme en
su domicilio. Gracias Juan a.
Impresionante relato, en la Linea del anterior del Sr. Lara, se lee con avided, es Vd.un genio de la Narrativa, si duda se tendria que dedicar a escribir sobre la mamoria historica, tema hay de esa época para escribir largo y tendido, sucesos como al que se refiere, por desgracia esta salpicada toda la geografia española, no se canse y siga en esta linea.
ResponderEliminarsaludos.
Jose Mª me ha gustado no has perdido el tiempo con tus amigos bien que te ha quedado tu relato.
ResponderEliminarAnimo colega. Faustino
Excelente relato es un maestro del Genero, escriba un libro sobre este tema.
ResponderEliminarSIN COMENTARIOS, YA LO SABES.
ResponderEliminarANA MARI.