jueves, 26 de julio de 2007

A LA MEMORIA DE CORNELIO



A la memoria de Cornelio

Cuando ya el eco de tu fallecimiento se apacigua, no puedo ni quiero dejar de escribir estas letras dedicadas al recuerdo que me queda de tí. Tuve el privilegio de pasar muchas horas a tu lado formando parte de aquellas “tertulias de los atardeceres” como le llamabas. Desde la “puerta falsa”, mientras el sol como cada tarde bajaba hacia su ocaso, dejábamos correr la vista una y otra vez por el amplio horizonte que se observa, destacándose allá lejos el Cerro de La Campanilla y el verdor perenne de los olivares. Pausadamente hablábamos de muchas cosas, removiendo las mil y una historias que guardabas. Al escucharte, siempre te consideré como un adelantado de tu tiempo.
Sí es cierto que la última vez que te visité, días antes de tu muerte, noté que los años no habían pasado en balde. A pesar de ello, allí seguía estando intacta la alegre personalidad del Cornelio que siempre conocí... ¡Si pudieras recordar!... Me dijiste que me esperarías para continuar charlando… Pero te fuiste... Nos dejaste sin que al menos hubieras tenido la ocasión de poder ver la positiva con tu imagen que se publicó en la revista “Cuadernos para el Diálogo” en su número de Junio. ¡Se que te hubiera dado mucha alegría!...
A tu lado siempre, Ana, ejemplo de esposa; mujer honesta y abnegada... Nunca mejor ocasión para decir de ella aquello de “...y busqué una mujer como mi madre, entre las hijas de mi hidalga tierra”, como escribió el poeta Gabriel y Galán. Si al lugar donde se encuentre tu espíritu pudiera llegar mi sentir, sabrías que te hablo con el corazón.
Pero sólo Dios conocerá la idea que cruzó en aquellos momentos por tu mente privilegiada. O simplemente pensantes que con tus 93 primaveras ya eran suficientes. De una u otra forma, como la canción cuenta, tu marcha nos ha dejado a todos los que te conocíamos un gran vacío en el alma.

                                                                                                                                     J. M. Santos

1 comentario:

  1. Que podemos decir de este hombre. Buena persona y buen orador. El pobre tuvo mal final

    ResponderEliminar