Empezamos
por la fanega. Hubo un tiempo no tan
lejano, que oír hablar sobre la fanega de grano resultaba muy familiar. Su peso
solía estar sobre los 43 kg., dependiendo del tipo de grano y su calidad. Hay
que aclarar que no pesaba lo mismo un trigo bien madurado que otro cuya
granación no hubiese sido la correcta. La fanega de centeno o cebada pesaba
algo menos que el trigo. También se conocía como fanega, la extensión que podía
cubrirse con esta cantidad de grano cuando, al sembrar, se esparcía a voleo
sobre la tierra de labranza. De hecho, la superficie de las fincas era
calculada en fanegas.
Como medida inferior le seguía la cuartilla. Hecha de madera y de forma
trapezoidal, se usaba para envasar en costales de lona el grano limpio de la
era. Con el fin de que todos los costales llevasen la misma cantidad y peso, se
pasaba sobre ella un tronco en forma de cilindro llamado rasero. Cuatro cuartillas rasadas formaban la fanega.
En orden descendente estaba el celemín y el almud. El nombre del almud procede
del árabe y, aunque las dos medidas tenían la misma capacidad, éste era más conocido y utilizado entre nosotros.
Tres unidades completaban una cuartilla. A su vez, el almud se dividía en cuatro
partes. Cada una de ellas se llamaba cuartillo.
Al referirnos a las medidas de peso más
conocidas mencionaremos en primer lugar
la “arroba”, equivalente a 11´5 kg. Con
la muy conocida romana se pesaban los
cochinos de engorde, así como el carbón envasado
en seras de esparto. El aceite guardado en cántaras, cuando se hablaba de
cantidades importantes también era comercializado por arrobas. Cuatro arrobas
formaban lo que se conoce como un quintal,
vieja medida empleada para pesos mayores.
Aunque
existían otras medidas, la cuarta quizá
fuese la más popular en los molinos de aceite. Era una especie de cubo metálico
con dos asas y una abertura triangular en la parte alta de su costado. Cuando
nuestros mayores iban a recoger el aceite de la cosecha, el molinero lo media
con la cuarta. El recipiente, atado por su parte superior con un cordel o
cadena, se introducía en la tinaja empotrada en el suelo. Una vez lleno y al
tirar de él hacia arriba, el líquido sobrante se vertía por dicha abertura cayendo
de nuevo en la tinaja. De esta forma, cuando asomaba a la superficie, llegaba
ya con su medida exacta. Cuatro cuartas completaban la arroba.
Fuera de contexto hay que decir, que habiendo
pasado al olvido como medida de peso, su símbolo @ sigue estando muy al día al ser utilizado en los actuales correos
electrónicos. Aunque de forma no acertada, algunas personas lo emplean para
expresar juntos los géneros masculino y femenino. Como ejemplo y según la RAE,
escribir “tod@s” es incorrecto, pues como se ha dicha antes, @ no es letra sino
símbolo.
Tampoco podemos dejar de mencionar la libra (460 gramos) unidad de peso muy
utilizada, sobre todo cuando se vendían chivos o borregos. Los corredores, tras
la compra-venta de una manada completa, solían decir: ha salido el peso con una
media de 30 libras. 25 completaban una arroba.
Hoy día se escucha decir con frecuencia: “he
comprado en el supermercado un kilo de filetes y dos cajas de leche”. Pero… quien
no oyó decir a su madre en aquellos años de miseria: he traído de “parriba” tres cuarterones
de pescado y dos onzas de carne. Si tenemos en cuenta que la libra equivalía a 460
gramos, el peso del cuarterón era un cuarto de libra y la onza pesaba 28
gramos, imaginemos la comida que podía llevar a casa cualquier madre de las de
entonces en su cesta de compras.
El ocho
fue otra medida muy popular en Encinasola.
Si te mandaban a hacer los “mandaos”, casi siempre decía tu madre: “de
camino, tráete también un ocho de
leche”. La median con un pequeño envase de lata, no pudiendo afirmar en este
momento la cantidad que te echaban en la cantarilla. Sí recuerdo que era bastante
escasa y casi siempre estaba destinada para algún miembro de la familia que
estuviese algo “pachucho”.
Al hablar de longitudes considerables,
siempre salía a relucir la legua. Siendo
su medida de 5´57 km., era el recorrido estimado que podía andar un caballo a paso
normal en una hora. Si íbamos a la tienda de tío Revuelto comprar cordel o paño, nos lo median en varas, 83´59 cm. unidad.
Existía otra medida que, olvidada ya de
nuestro repertorio, también debió tener su momento. Se pierde uno en el tiempo
al tratar de explicar qué era un cajil
(cahíz según la RAE), pudiéndose asegurar que existió. Prueba de ello es, que
en una de las coplillas picaronas que se cantaban por Navidad dedicadas a una
tal Nemesia, suena el nombre de esta
medida. ¿Quién por los años 60 y posteriores no las canturreó más de una vez? Volved a entonarla quien la recuerde y veréis
como en su letra aparece el cajil…
Po último decir, que sin ser oficial y con un valor más bien figurado, también se usaba como medida la ambozá. Era la cantidad que se podía coger de un montón de cualquier cereal con las dos manos juntas. Con frecuencia se escuchaba entre la gente del campo: ¡qué lustroso tienes el burro!... Su dueño respondía: “es que toas las mañanas cuando le pongo el morral, le arrebujo entre la paja una ambozá de cebá”.
J.M. Santos
Muy interesante José María. Buen trabajo
ResponderEliminarMaria Bermejo, Esther Pombo Duran, Lara Vazquez López y 9 personas más les gusta esto.
ResponderEliminarFermin Adame Galvan Magnífico artículo José Maria, no lo recordaba de antes y veo que es un trabajo reciente en su fecha, es una auténtica tesina.
25 de febrero a la(s) 22:10 · Me gusta
Josefina Borrallo TODO UN SEÑOR! PROMESA CUMPLIDA. COMO SIEMPRE ME HA ENCANTADO. RECUERDO QUE MI PADRE DECIA UNA ARROBA DE ACEITE, DE LAS DEMÁS MEDIDAS NO RECUERDO. GRACIAS JOSÉ, BUENAS NOCHES
25 de febrero a la(s) 23:31 · Me gusta
José M. Santos López Buenas noches Josefina
25 de febrero a la(s) 23:37 · Me gusta
Maria Dominguez Santos buenas noches para todos
25 de febrero a la(s) 23:39 · Me gusta
José M. Santos López Buenas Maria
25 de febrero a la(s) 23:40 · Me gusta
Josefina Borrallo PA MI TAMBIÉN? JAJAJ
25 de febrero a la(s) 23:40 · Me gusta · 1
Maria Dominguez Santos claro para ti tambien buenas noches
25 de febrero a la(s) 23:44 · Me gusta
Isabel Sanchez Rios Muy interesante José M. Santos López como todos los tuyos sigue escribiendo que me encantan.
25 de febrero a la(s) 23:48 · Me gusta
Josefina Borrallo DONDE ESTÁ ISABELITA?
26 de febrero a la(s) 0:07 · Me gusta
Ruben Jara Muy bonito J. Maria y enhorabuena por ese acto de reconocimiento que tus paisanos te han echo. ...bien merecido...
26 de febrero a la(s) 8:08 · Me gusta
Rosa López Delgado Primo leyendo tu relato me he acordado de mi padre que entre las muchas cosas que nos enseñaba una era la de las medidas , los kilos qué tenis una @ etc etc........
26 de febrero a la(s) 22:44 · Me gusta
José M. Santos López Rosa, todas esas medidas que aparecen eran el pan nuestro de cada día. Yo me acuerdo mucho del Ocho y del cuarterones de carne. ¡ Qué tiempos!
26 de febrero a la(s) 23:12 · Me gusta
Maria Bermejo Que bien documentado esta ¡ algunas no me sonaban de nada. ¡
¡Cuántos recuerdos de mi niñez me han traido tu trabajo sobre las antiguas medidas ! Mi en hora buena amigo José M.
ResponderEliminar¡Cuántos recuerdos de mi niñez me han traido tu trabajo sobre las antiguas medidas ! Mi en hora buena amigo José M.
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