Así he querido titular esta
simpática foto tomada de forma casual hace ya varios años. Vaya por delante mi respeto
hacía los que aparecen en la misma; especialmente al recuerdo de los que, desgraciadamente,
ya no están entre nosotros.
Todos ellos, al igual que
otros muchos de la misma generación que nacieron en Encinasola, vivieron una niñez
difícil, conociendo la explotación, el hambre, la miseria y otras privaciones. Supieron,
como espectadores de primera fila, de los cambios traumáticos de la política, así
como de los horrores de la guerra que llegaría después.
Con sus cuerpos quebrantados
por el duro trabajo y los años, se reunían aquí y allá cada día. En sus miradas
cansadas y dirigidas hacia el ocaso que vislumbran, se aprecia el reflejo, sin tapujos
ni falsas apariencias, de la cruda realidad de la vida.
Tuve el privilegio de escucharlos
en repetidas ocasiones, oyendo sencillos pero encantadores relatos sobre manijeros,
contrabandistas, lobos y pantarujas.
Me queda el convencimiento
pleno de que sobradamente lo merecen, por lo que a todos los marochos de aquellos
tiempos -- hombres y mujeres--, desde esta página les dedico mi más sincero homenaje.
J.M. Santos
Lunes, se identifica con una forma determinada de vida. de los mayores de su pueblo:Encinasola Ve cercano en el presente, la experiencia de los hombres, que sentados a la sombra de un muro, y a su sombra, se reunen a compartir experiencias de todos sus avatares. son la memoria oral, de una época similar para todos, donde solo ha podido penetrar el tiempo, de los que ellos y ellas han sido sus aliados. Lunes les comprende con cariño, con cercanía, con amistad, porque lunes es también un poco cada uno de ellos. Cuéntanos mas de cada hombre del pueblo, ánimo, së valiente.
ResponderEliminarMagnifico homenaje a todos los que nos precedieron. A aquellos que no tuvieron otra escuela que el paso de los años. Esa sabia Universidad que enseña, más con desengaños y penalidades, que con alegrías, aunque tambén da muchas. Pero no sé que tenemos los seres humanos que aprendemos más con los palos que con las caricias.
ResponderEliminarYo también tuve la suerte de ser testigo de excepción, cuando aún vestía pantalón corto, de ese tipo de Parlamento. Nunca olvidaré lo que, sin pretenderlo, me enseñaron aquellos Candelario, Farruco, Hilario, Justo (el panadero de Nolasco), Francosco Salomé y otros, que cada tarde se sentaban a la puerta del taller de carpintería de mi padre, que hacía las veces de anfitrión
Valonero
sábado, junio 03, 2006
Este parlamento marocho se le ha conocido en el pueblo popularmente como "La Moncloa", y tenía varios sitios de reunión. Yo he presenciado debates apasionantes en la nave del ayuntamiento, en el merendero de la fuente del rey, en la esquina "la pilá", y como no en el ensanche. Recuerdo cuando estaban haciendo la carretera nueva de barrancos que se sentaban todas las tardes en el merendero y empezaban a opinar como autenticos peritos de los trabajos que se estaban haciendo (normalmente criticaban todo...). "pues yo no hubiera hecho esa cuesta tan empiná", "por la carretera antigua se hubiera hecho mejor", recuerdo especialmente un comentario de uno; "la fuente el rey se la cargan, no tiene cuarté, removiendo tanta tierra ciegan las venas de la fuente" y efectivamente no le faltaba razón, porque fueron muchos los meses que el agua de la fuente salió turbia, o "cana" como se dice en el pueblo. Lo que si es verdad es que nuestros mayores son una fuente de sabiduría y aunque algunas veces te tengas que reir con algunos comentarios que hacen, seguramente será fruto ya de la edad, o posiblemente consecuencia del avance desmesurado de la tecnología.
ResponderEliminarUn saludo.
Tío Bóvedo.
sábado, junio 03, 2006